martes, 3 de septiembre de 2013

El corazón inocente.

Vivo en un mundo lleno de incertidumbre, de mentiras y de maldad. Toda la esperanza que tenía en la humanidad se ha esfumado de un solo golpe.
Tal vez la tonta en esta situación sea yo, por ser inocente, por ser fácil de engañar. Tal vez la culpa es mía y lo siento. Pero no puedo cambiar. Soy así. No puedo borrar todas las cosas de repente, como si todo fuera lápiz en un papel manchado por el olvido.

Está claro que lo que es demasiado perfecto no es real, no existe. Siempre habrá alguna cosa que destrozará esa perfección. Siempre habrá algo que cambiará lo bueno por malo, lo positivo en negativo. Nadie es perfecto, supongo. Yo solo intento ser buena persona, me interesa hacer las cosas bien, no me gusta jugar con la gente y supongo que soy yo la que va en mal camino.
Tal vez soy yo la que va en mala dirección, la que elige lo complicado y se come la cabeza día tras día.
Tal vez debería dejar que el tiempo hiciera su trabajo. Tal vez debería olvidar todo lo que me hace daño y empezar de nuevo de una maldita vez.

No hay cosa que odie más que las promesas vacías, ese “cambiaré” que me digo a mí misma, ese “no pasa nada, todo va a salir bien” que me dicen siempre, ese “volveré a empezar” que no paro de repetirme. No hay cosa que odie más que las promesas sin cumplir, no hay nada que odie más que el hecho de romper una promesa sin una estúpida explicación. Para mis propias promesas tengo explicación, pero para las de los demás no.
Creo que durante estos dos meses he aguantado mucho, demasiado y he llegado a un punto en el que me está empezando a dar igual todo, a la vez que todo el mundo se me cae encima, pedazo a pedazo.
Supongo que a veces actúo como un avestruz. Sí, como un avestruz. Me escondo y no reacciono.
Supongo que ha llegado la hora de reaccionar y de ver el mundo como es en realidad. Un mundo oscuro en el que cada rayo de luz que vislumbra se te es cobrado con un pozo lleno de oscuridad. Una oscuridad asfixiante, que no te deja respirar y que ni siquiera te deja vivir.

Y me pregunto, ¿Qué sería lo mejor? ¿Qué podría hacer?  Yo solo quiero que las cosas me vayan bien, solo quiero ser feliz, solo busco eso. Solo busco un rayo de luz que no me sea cobrado con tanto dolor, nada más.
¿Soy egoísta por ello?

Al fin y al cabo siempre seré esta estúpida inocente que soy ahora, al fin y al cabo el mundo no es de color rosa.

¿Pero sabéis qué? Creo que siempre voy a tener una debilidad, que en el fondo siempre voy a caer.